Durante los últimos años se ha producido un desprestigio de la ortografía, y un aumento de las faltas ortotipográficas. Muchas personas consideran la ortografía innecesaria e incluso aleatoria. Olvidamos que nace de la necesidad de dar ritmo a las lecturas, marcar las pausas y en definitiva facilitar la comprensión de un texto. La ortografía no es un rasgo diferencial, no es un valor añadido, es una norma que existe como parte de nuestro patrimonio. Un patrimonio que debemos tener en cuenta y cuidar más que nunca después de la aparición de las redes sociales, que se rigen por la instantaneidad y el tono informal.